Historia










Sólo un impulso
fue necesario para emanar,
y lo hicimos germinándonos la piel.

La corteza cincelada
en el árbol de la vida,
se gestó con el fluído del día
brotando con el simple tacto
y una caricia de sol 
como latido en la boca.
Fuimos aura bendita
en el río de la presencia,
besándonos pausado
con la lentitud de la brisa
tan suave en la seda,
que bebimos del latido del agua
para soñar la existencia.

El abrazo de una palabra,
se hizo presente
para vestirnos de carne
y la savia de la sangre,
para fertilizar la tierra.
Pero la lujuria de tanta fertilidad
nos volvió prisioneros,
nos obligó a necesitar
de la redención de la lágrima
para volar por un día
con alas ligeras de céfiro,
en el cuerpo de una mariposa.

Desconocemos sin saberlo,
la creencia en la alquimia,
para trasmutar en existencia
el cuenco solitario y desierto
y dejar de besar la herida del suelo
con la impronta de nuestras huellas,
en el llanto trágico de la historia.

Pudimos rendirnos leves, 
a la diafanidad del aire,
sin necesidad de respirar del sudor 
en la sombra cruenta de la entrega.

Somos un sueño imbatible, de luz,
soñándonos embebidos
en la desnudez descarnada de la vida
y presintiéndonos cercanos
-sin saberlo cierto- ,
a la libertad perenne del viento.

Cecilia M.













2 comentarios:

g

Átomos de luz, centellas alineadas sobre el brillo de un deseo superior.

Cecilia Montoya

Tienes una forma muy poética de expresar una idea. Tu visión se hace bella, al rozar tus palabras. Gracias, g. Un abrazo

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