Necesito una palabra
calma que sane mis fracasos,
que me eleve pródiga
con su mano maternal
y pueda convocar el
murmullo sonoro en el viento.
Palabra suave,
transparente, de memorias olvidadas.
Una palabra que retorne
gozosa, cálida a mi hogar,
que apague el sonido de
febriles pensamientos.
¡Bendita palabra para
desgarrar abismos oscuros,
evadir lamentos,
miradas opacas y manos cerradas!
Una palabra precisa, suave,
que endulce un poema,
que se dibuje en la
boca fecunda del amante vespertino
y se goce presta en la
risa franca de un inocente.
Palabra de esperanza en
la mirada que sostiene y que eleva.
Esa palabra esquiva que
dormita al amparo de mis sueños
se despierta con la luz
que anima en la madrugada.
¿Serán palabras de luna
llena que acuden a mi llamada
y se ofrecen, generosas,
para morir en mi esperanza?
Cecilia Montoya // 26 FEB 2012
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