A veces, florecen constelaciones
de ciudades clandestinas, en el filo de la bruma. Y casi podría aseverar, sin
temor a equivocarme, que aparecen como profundo simulacro de épocas de esplendor,
radiografía brillante y etérea de un amanecer, iluminando el umbral de la ceniza y sus despojos.
La Urbe en cuestión, emerge
sempiterna y coronada de húmedo silencio, corrompiendo lujuriosos pensamientos, sobrevivientes velados del anochecer; evocaciones tan furtivas e ilegales, como ella misma late en su oculto reflejo. Irrumpe en la escena, en la caja oscura de mi pensamiento para traerme aires de
grandezas infantiles y espontáneas. Juegos de niños despreocupados y remansos
de risas en cascada, vienen a horcajadas entre un tiempo pasado y uno por
venir. La naturaleza de tales recuerdos, pugna por abrirse paso entre las rendijas de las hojas desterradas de algún libro polvoriento y casi ilegible. Una mariposa
florecida posa su aliento y reverdecen en corola, con forma de corazón, las
palabras que allí se escribieron durante algún tiempo, ya añejo.
¡Qué lejos quedaron aquellos poemas!
Ahora los vocablos se mastican y brotan deglutidos en el vientre de la magia,
cual sortilegio de ilusiones y absurdos. Pero no reniego de ese paraíso en el
ombligo de las horas transcurridas en lecturas sustanciosas, plagadas de héroes
milenarios y de sombras. Todo aquello cobra vida ahora, en el rostro ovalado de
cada cuerpo celeste que se recorta en la atmósfera de un relato y en la pulpa
de los labios de algún verso que no se resigna a estamparse en la niebla del olvido.
Vivo y disfruto cada vez que una paradoja se representa en mi mente, casi onírica, casi lúdica y ritual. Me transporto como una fuerza perturbadora, al reverso de cada idea iluminada por el aliento de una letra…y me columpio renacida y jovial…bebo a sorbos, la vida; el océano, en cada vocal. Bebo mi propia sangre, en la palabra.
Vivo y disfruto cada vez que una paradoja se representa en mi mente, casi onírica, casi lúdica y ritual. Me transporto como una fuerza perturbadora, al reverso de cada idea iluminada por el aliento de una letra…y me columpio renacida y jovial…bebo a sorbos, la vida; el océano, en cada vocal. Bebo mi propia sangre, en la palabra.
2 comentarios:
Me encanta venir a disfrutar de tus trabajos, tu dibujo, es precioso, y tu texto, me ha encantado tu frase: ...y me columpio renacida y jovial…bebo a sorbos, la vida, el océano en cada vocal. Bebo mi propia sangre en la palabra.
Un beso.
Gracias, María. Siempre, un placer recibirte en esta casa, mi espacio. La idea de columpiarse renacida y jovial, está viniendo cada vez más seguido a mi vida, desde que empiezo a escuchar a mi niña interior. =)
Un beso
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