Inspiro. Exhalo.
Ansío,
despertarnos desde las
cenizas
en la complejidad de la
nada…
En la unicidad del
absoluto,
vibramos esa inocencia
primigenia
con la que fuimos arrullados
en el vientre ad
infinitum.
La Maternidad Creadora ya
conocía
cada uno de nuestros
latidos.
Fuimos,
conservamos.
Somos,
manifestamos.
Siempre.
conservamos.
Somos,
manifestamos.
Siempre.
Recalamos en la misma
huella
de la que fuimos
fragmentados.
Llevamos escrito,
en la fluidez de la
sangre,
el mismo poema de amor
con el que fuimos engendrados.
Hubo un sello en el aire
que llenó nuestras cavidades
y nos llovió suavemente
para dejar de ser ajenos.
Respiramos el latido del viento,
transformado en fuego intenso
transformado en fuego intenso
de profunda y legítima luz.
En ese ADN, entonces,
nos besaron dulcemente
y fuimos áureos, etéreos.
Fuimos libres.
y fuimos áureos, etéreos.
Fuimos libres.
Cecilia Montoya
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